El lupus es una enfermedad autoinmune crónica en la que el sistema inmunológico, encargado de protegernos, ataca por error los tejidos sanos del cuerpo, generando inflamación y daño en órganos como la piel, articulaciones, riñones, corazón o pulmones. Existen varios tipos de lupus, pero el más común es el lupus eritematoso sistémico (LES).
Aunque su causa exacta no se conoce, se considera que el lupus tiene un origen multifactorial, es decir, que surge por la combinación de factores genéticos, hormonales, ambientales y del sistema inmunológico. Algunos detonantes pueden ser:
El lupus puede presentarse de forma diferente en cada persona, lo que a menudo complica su diagnóstico. Los síntomas más frecuentes incluyen:
Cuando afecta órganos internos, puede provocar complicaciones renales, pulmonares o cardiovasculares.
No existe una prueba única para diagnosticar lupus. El médico evaluará una combinación de síntomas, antecedentes médicos y resultados de análisis, como:
Un diagnóstico temprano permite iniciar tratamiento y prevenir daño en órganos vitales.
El lupus no tiene cura, pero con un tratamiento adecuado es posible controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida. Entre las opciones terapéuticas están:
La prevención se enfoca en evitar brotes, mediante el control médico, el uso de protección solar, el descanso adecuado y una alimentación saludable.
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